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Elige la ruta que mejor se adapte a tu viaje
Existen varias sendas que puedes seguir para conocer Las Médulas. Muchas de ellas se pueden combinar para poder conocer en profundidad este lugar. Pásate por nuestra sección de Rutas para informarte mejor
La más sencilla y a su vez bien completa, puesto que se adentra en el interior del conjunto paisajístico y permite bordear pinachos y acceder a grandes cuevas como Cuevona y La Encantada, es conocida como la Senda de Las Valiñas. Tiene 3,5 km, es circular, con un desnivel de tan sólo ochenta metros.
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Consultar los horarios y tarifas
Los horarios de Las Médulas varían a lo largo del año. Es aconsejable reservar las visitas guiadas con antelación y confirmar los precios de acceso a las galerías, el Aula Arqueológica y en Centro de Recepción de Visitantes.
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Cualquier época del año es buena para visitar Las Médulas
El paisaje de Las Médulas es un espectáculo en cualquier momento del año. Cada estación le da un toque especial a este paraje de hoja caduca tapizando los pináculos rojos. Primavera y verano son excepcionales en cuanto a clima y a frondosidad de vegetación. Ideal para huir del calor del estío, aunque que el número de turistas se multiplique. Pero bien entrado el otoño, entre noviembre y diciembre, el colorido es máximo y permite obtener unas fotografías maravillosas del parque.
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Visitar el Mirador de Orellán
Allí se obtiene la que es, sin discusión, la mejor panorámica de este paraje natural. El mirador se encuentra adaptado para personas de movilidad reducida.
El mirador de Orellán vale la pena a cualquier hora, aunque destaca por la mañana temprano y a última hora de la tarde, donde se vive siempre un inolvidable atardecer. Además, desde el mismo, se puede acceder a una antigua galería (es necesario comprar una entrada, y te proveen de un casco para la visita) excavada por los romanos que, por suerte, permaneció intacta.
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Atardecer en el Mirador de Pedrices
A unos 20 minutos desde el pueblo de Las Médulas por la Senda Perimetral (también se puede acceder con coche aunque es pista y no carretera y si llueve hay demasiado barro) se llega a un precioso mirador en el que conseguir una panorámica diferente de este conjunto natural. Durante el atardecer desde aquí puede verse cómo el sol, que queda a tu espalda, se encarga de dorar los pinachos hasta convertirlos en puro fuego.