Las Médulas no fue una zona escogida al azar por los romanos para comenzar a buscar oro, eran tierras de aluvión donde había abundante agua y suficiente pendiente como para utilizar la fuerza hidráulica de ese agua, además de existir suaves pendientes hacia el Sil que se podían utilizar como desagües.
La riqueza de los yacimientos de minerales preciosos en el Noroeste de la Península Ibérica fue uno de los principales motivos que tenía Roma para dominar estas tierras pertenecientes a los astures, que ya con anterioridad habían explotado los recursos mineros.
En el 26 aC, Asturia era el único territorio de Hispania que no estaba bajo el poder romano. Pero esto cambió con la victoria de las legiones en el Mons Medullius durante las Guerras Asturcántabras. Tras un largo y difícil proceso de conquista de la zona noroeste de la Península Ibérica, consiguieron establecerse de forma permanente para controlar las poblaciones locales e iniciar la explotación minera de los yacimientos auríferos.
Se calcula que empezaron a trabajar en esa zona en la época del emperador Octavio Augusto, quien dirigió personalmente gran parte de las acciones de conquista de los pueblos del norte que tuvieron lugar entre los años 26 y 19 aC.
El yacimiento aurífero de Las Médulas fue posiblemente uno de los mayores de todo el Imperio Romano, llegando a suponer casi el 8% de los ingresos anuales del erario romano en aquella época. Su actividad fue documentada por el historiador Plinio el Viejo, administrador de la mina, que documentó que se extraían al año cerca de 20.000 libras de oro, aproximadamente 1.635.000 kilos.
Se estima que el mayor apogeo de la explotación fue en la época del emperador Trajano, produciéndose el abandono definitivo a partir del siglo III dC.
El sistema de explotación principal fue el descrito por Plinio como ruina montium, “derrumbe de montañas”, consistente en “volar” las montañas por la presión del agua. Se construyeron hasta 400 km de canales que transportaban el agua desde los Montes Aquilianos hasta unos estanques construidos en zonas elevadas.
Posteriormente se canalizaba el agua a través de una red de pozos y galerías previamente excavadas en las montañas, con el fin de que la presión del agua hiciese que la montaña se viniese abajo.
“Quebrantado, el monte cae por sí mismo, con tan grande estruendo y fuerte viento que no puede ser concebido por la mente humana”(Plinio el Viejo)
El monte Teleno jugaba un importante papel aquí ya que desde él se realizaban algunas de las captaciones. A una altitud de 2.000 metros se acumulaba la nieve que después, convertida ya en agua llegaba al río Cabo y alimentaba los siete canales que bordeaban la montaña y llegaban a los estanques de explotación. Se estima que la longitud de los canales era de aproximadamente 300 kilómetros. La construcción de estos canales, que en determinadas zonas discurren bajo la roca, fue la obra más difícil y cara de toda la explotación.
El agua llegaba a unos depósitos excavados en el terreno que contaban con compuertas para distribuir el agua. La segunda fase del proceso era el lavado del aluvión. El agua de los depósitos era encauzada hacia unos canalones de madera, los agogae, donde las pepitas de oro se depositaban en el fondo. Las pepitas de oro quedaban depositadas por gravedad.
El último paso del proceso de explotación aurífera era la evacuación de los materiales estériles. Los cantos rodados más grandes eran apilados a mano en grandes montones antes de que el conglomerado pasase por las agogae. Los más finos eran evacuados fuera de la mina, usados para rellenar antiguos valles, como en la zona de Chaos de Maseiros, al noroeste de Las Médulas, donde, al formar una barrera artificial, propiciaron la aparición del lago de Carucedo.
Teniendo en cuenta la cantidad de agua utilizada, la longitud y el número de ramificaciones de sus canales, podemos considerar el sistema hidráulico de Las Médulas el más espectacular de los conocidos.
La actividad minera romana modificó irreversiblemente el paisaje y cambió los sistemas de drenaje natural, formándose así los lagos y humedales de Las Médulas.