El Bierzo es uno de los enclaves más ricos en restos arqueológicos de la cultura castreña, que coincide en el norte y noroeste hispano con la Edad de Hierro.
Los castros son poblados fortificados prerromanos (generalmente celtas), formados por viviendas de aspecto variable en función de su localización.
Las casas solían ser de planta circular u ovalada, de pizarra o cantos rodados con tejados de paja. Se construían sin ningún tipo de planificación dentro del poblado, separando las viviendas con caleyas irregulares.
En El Bierzo, surgen como consecuencia de las primeras explotaciones mineras. Se ubican en las laderas de la montaña, con un foso delimitando el castro por la parte alta y con una muralla hacia el valle.
Los restos arqueológicos de castros en El Bierzo son el testimonio del desarrollo de la cultura prerromana en el noroeste de la península.
El Castrelín de San Juan de Paluezas es un castro prerromano del siglo III aC, quizá el más antiguo de la comarca, abandonado en el siglo I aC posiblemente a causa de las guerras cántabras y el asentamiento romano en la zona.
Situado en lo alto de una colina cercana al río Sil, las excavaciones arqueológicas realizadas en los años ’90 dejaron al descubierto los restos correspondientes a la última etapa de ocupación, donde se calcula que en torno a un centenar de personas vivían de manera autosuficiente en este castro, dedicados a la agricultura y la caza.
Al lado del castro hay un punto de información donde se explica las particularidades de estos asentamientos: de qué manera se disponían las viviendas, cómo se agrupaban en unidades domésticas y cómo vivían en general sus habitantes.
El Castro Corona del Cerco de Borrenes se encuentra a las afueras del pueblo de Borrenes, próximo a San Juan de Paluezas, y se cree que fue construido en el siglo I aC por temor a los ataques romanos durante los primeros años de las Guerras Asturcántabras.
Fue destruído durante la romanización, aunque es posible que no llegase a desarrollarse como un núcleo importante, ya que una vez conquistado por los romanos sus habitantes fueron usados como esclavos de la industria minera.
Del castro en sí apenas se conserva la parte frontal de la muralla, que llegó a alcanzar unos cuatro metros, y algunas construcciones de lo que debieron ser viviendas.
En El Bierzo también existen castros posteriores, correspondientes a la ocupación romana, como como Cerro Pendón o el llamado Castro de Orellán.
El Castro de Orellán no es un castro propiamente dicho, ya que aunque se encuentra ubicado en un cerro, no cuenta con ninguna muralla o sistema defensivo.
Se trata de una construcción del siglo I dC, su población era principalmente indígena y su actividad se centraba en la fabricación de útiles y herramientas mediante la fundición de hierro.
Las edificaciones siguen una disposición reticulada, formando calles rectas, y las casas empiezan a tener divisiones interiores.